Narración es un término procedente del latín narratio que tiene tres grandes usos. En primer lugar, se trata de la acción y efecto de narrar (contar o referir una historia, ya sea verídica o ficticia).
Una narración es, por otra parte, un cuento o una novela: «La última narración del aclamado autor canadiense transcurre en el siglo XVII», «El jurado destacó el carácter dinámico y ágil de la narración que se quedó con el premio más importante del concurso».
En la retórica, asimismo, la narración es una de las tres partes en que puede dividirse el discurso. La narración retórica refiere hechos para el esclarecimiento de un asunto en particular y para posibilitar el logro de los fines del orador.
La narración como una historia
A nivel general, puede decirse que una narración siempre presenta, como mínimo, a un actor (personaje) que experimenta un suceso determinado. Cabe mencionar que no es imprescindible que dicho personaje sea el propio narrador de la historia.
Las narraciones breves, como el cuento, comparten una estructura argumental que incluye una introducción (donde se presenta el tema a tratar), un nudo (momento en el cual se exhibe el conflicto principal) y un desenlace (la resolución del conflicto).
El anacronismo
El narrador se encarga de decidir el orden y el ritmo de la narración. Puede apelar, por lo tanto, al anacronismo (también conocido con el nombre de anacronía), una modificación del orden de los hechos en el tiempo. Este recurso, que permite alterar la estructura de una historia de acuerdo a la voluntad de quien la relata, puede darse a través de:
- Analepsis: consiste en la narración de hechos pasados, sean anteriores al punto en el cual se encuentra la historia o previos al comienzo de la misma. Cabe mencionar que la duración de este salto en el tiempo puede ser pequeña (flashback) o considerable (racconto).
- Prolepsis: adelantarse a los hechos futuros, también con duración y profundidad variables, distinguiendo entre un breve salto (que se conoce como flashforward) y una narración extensa y más detallada (llamada premonición).
Es importante aclarar que en ambos casos se debe regresar a la línea temporal principal, dado que tanto la analepsis como la prolepsis son recursos que el narrador escoge para una mejor o más adecuada exposición de los hechos que componen la historia, y no para alterar su rumbo. El uso desmedido de esta herramienta de la narrativa puede resultar en confundir al lector, consiguiendo que pierda el interés en la obra, a causa de no sentirse capaz de seguirla o entenderla.
Géneros de la narración
Dos de los géneros más populares dentro de la narrativa son el cuento y la novela. Se asemejan en que ambos se valen de la narración para darle forma a una historia. Y se diferencian básicamente en el efecto que desea causar cada uno en el lector.
Uno de los elementos fundamentales de la novela es el tiempo, que permite al autor explayarse cómodamente, con lujo de detalle. Casi por el contrario, al escribir un cuento, es imprescindible hacer un uso eficiente del tiempo del cual se dispone, para lograr una obra concisa, pero que a su vez ofrezca una experiencia rica y satisfactoria al lector.
En un cuento, la narración es intensa y provoca sensaciones instantáneas y bruscas, que se terminan cuando el lector concluye la lectura. La novela da lugar a una relación más íntima entre quien escribe y quien lee; ofrece una experiencia más estable y exige más fidelidad por parte del lector, con quien crea un lazo permanente, acompañándolo y generando cambios en su vida a lo largo del tiempo, mezclando sus realidad con la ficción de una manera intensa y, muchas veces, reveladora.
Narración oral
Entre los miembros fundadores de la Asociación de Profesionales de la Narración Oral en España (AEDA) se encuentra Pep Bruno, cuentista que ha publicado libros como «Un loro en mi granja», «La familia C»,«Papeles de don Tadeo» y «Escarabajo de vacaciones».
Licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (Universidad Complutense de Madrid) y en Filología Hispánica (Universidad de Alcalá de Henares) y diplomado en Trabajo Social (Universidad Pontificia Comillas), Bruno empezó a contar cuentos de forma profesional en 1994. Este oficio lo ha llevado a Argentina, Perú, México, Marruecos, Túnez, Francia, Suiza y Grecia, entre otros países, donde se presentó en ferias, festivales, centros educativos y bibliotecas, por ejemplo.
Consultamos a Pep sobre el trabajo del narrador oral:
– ¿Cuál es la dificultad u obstáculo más grande que suele enfrentar un narrador oral? ¿Cómo conviene trabajar o proceder para superar esas eventuales complicaciones?
Además de las dificultades comunes a otros oficios artísticos (lo difícil que resulta tener cachés dignos; el intrusismo; el desprestigio de nuestra actividad; etc.) y a otros trabajadores por cuenta ajena (la enorme cantidad de trámites y papeleos; el pagos de cuotas, impuestos, retenciones…; la tardanza en el pago de las facturas; etc.) creo que en el caso de la narración hay algunos otros problemas que van teniendo cada vez más relevancia:
–Por un lado esta censura horizontal que se ha instalado en nuestra sociedad bajo el mandato de lo políticamente correcto que se agrava, en muchos casos, por la incapacidad de algunos adultos para diferenciar entre realidad y ficción. Esto afecta, como te puedes imaginar, al repertorio que contamos. Nos movemos en un frágil equilibrio entre los buenos materiales narrativos (de calidad, con hondura, polisémicos) y los materiales planos, que no den pie a equívocos y que sólo puedan tener una única (y aceptable) interpretación (aunque eso implique una nula calidad literaria, por ejemplo).
–Por otro lado la pérdida de espacios y tiempos para el diálogo, para la conversación y la escucha activa, agravado por el abuso de pantallas. Esto hace que haya público para el que resulta algo inimaginable que una persona pueda estar sentada, quieta, escuchando y disfrutando durante más de una hora de una persona que, sencillamente, está hablando, contando una historia. También hace que no sea difícil encontrarse con personas entre el público con dificultades para la escucha.
–Por último, la utilización del cuento como recurso para algo (para enseñar el ciclo del agua, para educar en valores, para trabajar la igualdad, para los ODS…) hace que, en muchos casos, lo que se cuenta no sean buenos cuentos, sino lecciones (arengas, soflamas…) vestidas con ropajes de cuento. Eso provoca que, para mucho público, escuchar cuentos sea otra manera más de asistir a clase (y, en muchas ocasiones, de escuchar malos cuentos). Todo esto acaba siendo muy dañino para la disciplina artística, puesto que mucho público acaba considerando que escuchar cuentos es eso.
Obviamente hay más dificultades en el desempeño de mi actividad, sólo he querido señalarte tres que se pueden resolver, según pienso, de una misma manera: basta con contar bien buenos cuentos. Que, al fin y al cabo, ha sido el proceder de los narradores y narradoras a lo largo de los siglos. Contar bien un buen cuento engancha hasta al público más desafecto y rompe muchas de las barreras de esa censura horizontal.
Pep Bruno
– En base a tu experiencia, ¿cuáles son las claves para que un narrador consiga despertar y mantener la atención del público desde el principio hasta el final de su relato?
Es fundamental contar bien y contar buenas historias. Un público no podrá resistirse, quedará encandilado por la fuerza de una buena historia bien contada.
A todo eso hay que sumarle un buen contexto, eso es imprescindible, claro: un lugar adecuado, donde el público pueda verte bien, escucharte bien, estar cómodo, que no haya distracciones que te saquen del cuento.
Puedes ser el mejor contando, puedes contar la mejor historia, pero si lo haces en medio de una feria con ruido y distracciones… no servirá de nada.
Pep Bruno